
El final del verano trae consigo un aire distinto. La intensidad de los días largos, las horas bajo el sol, las escapadas al mar y el calor que parecía eterno van dejando paso a una nueva etapa: el inicio del otoño. Es el momento perfecto para respirar hondo, bajar el ritmo y reencontrarnos con nosotras mismas.
En este proceso de transición, nuestro cabello juega un papel protagonista. La melena, que ha acompañado cada instante del verano, se convierte en un reflejo de lo vivido: playa, piscina, viento, sol, humedad… Cada experiencia deja su huella. Y aunque los recuerdos son valiosos, el cabello pide ahora calma, nutrición y un mimo renovado.
Este es el instante de parar, observar y preguntarnos: ¿cómo puedo devolver a mi melena la vitalidad que merece? La respuesta está en un cuidado consciente, en dedicarle tiempo y en convertir el ritual de belleza en un gesto de bienestar profundo.
Cómo afecta el verano al cabello: la ciencia detrás de la sequedad y el daño
Hablar de un “cabello cansado” tras el verano no es una metáfora: es pura biología. Durante la época estival, nuestra melena está sometida a factores que modifican su estructura interna.
Radiación solar: Los rayos UV degradan las proteínas que forman la queratina, debilitando la fibra capilar. También oxidan la melanina, lo que provoca pérdida de color y un tono más apagado o incluso anaranjado en cabellos teñidos.
Cloro: El cloro altera el pH natural del cabello y elimina aceites esenciales que lo protegen. El resultado es un cabello más áspero y frágil. En rubias o mechas claras, puede incluso aparecer ese indeseado tono verdoso.
Sal del mar: La sal absorbe la humedad natural del cabello, cristaliza sobre la superficie y provoca rigidez, lo que aumenta el riesgo de rotura.
Calor y viento: El calor extremo deshidrata. El viento, por su parte, genera fricción entre fibras y nudos, causando roturas.
Consecuencia
Al final del verano, es común encontrar cabellos opacos, encrespados, con puntas abiertas, difíciles de peinar y con aspecto sin vida.
Señales de alerta: cuándo tu cabello pide ayuda
El cabello, al igual que la piel, habla. No siempre lo hace con palabras, pero sí con cambios visibles y sensaciones al tacto que nos envían un mensaje claro: “necesito cuidado”.
Reconocer estas señales a tiempo es la diferencia entre mantener una melena sana y luminosa, o dejar que los daños del verano se acumulen hasta convertirse en problemas mayores.
Veamos con detalle cuáles son esas señales de alerta que tu cabello puede estar dándote:
- Brillo apagado, incluso después del lavado
Un cabello saludable refleja la luz de manera natural gracias a que sus cutículas permanecen cerradas y alineadas. Cuando la melena luce opaca aunque esté recién lavada, significa que las cutículas están levantadas y la fibra ha perdido su suavidad. Es un síntoma de deshidratación y daño superficial.
Qué hacer: incorporar mascarillas de brillo, aceites ligeros en medios y puntas, y evitar productos con alcohol que resequen aún más.
- Tacto áspero y puntas abiertas
El tacto es uno de los indicadores más claros del estado del cabello. Si al pasar los dedos sientes aspereza, es una señal de que la fibra está dañada y necesita reparación. Las puntas abiertas son consecuencia directa de esta debilidad: la cutícula se rompe y divide, haciendo que el pelo se vea descuidado.
Qué hacer: cortar al menos las puntas dañadas y reforzar la melena con tratamientos reparadores ricos en proteínas.
- Aumento de la caída o debilitamiento visible
Tras el verano es normal notar cierta caída estacional, pero si esta se intensifica o el cabello se ve más fino y quebradizo, es momento de prestar atención. Puede deberse a estrés, cambios hormonales o falta de nutrientes, agravados por los daños del sol y el cloro.
Qué hacer: revisar la alimentación, apostar por suplementos específicos (biotina, hierro, zinc) y estimular el cuero cabelludo con masajes para favorecer la circulación.
- Color apagado o alterado
Los tintes y mechas sufren especialmente en verano. El sol oxida los pigmentos, el cloro altera los tonos rubios y la sal apaga los colores oscuros. Si tu melena luce deslavada o con matices indeseados, es un aviso de que necesita nutrición y un retoque de color.
Qué hacer: tratamientos de color, baños de brillo o matices correctores, siempre acompañados de hidratación profunda.
- Mayor dificultad para desenredar o peinar
Cuando el cabello se enreda más de lo habitual o cuesta deslizar el peine, la causa está en las cutículas levantadas y la falta de hidratación. Este síntoma no solo es molesto: también aumenta el riesgo de rotura por la fricción constante
Qué hacer: aplicar acondicionador en cada lavado, usar peines de púas anchas y apostar por productos leave-in que faciliten el peinado.
El mensaje detrás de estas señales
Todas estas manifestaciones tienen un denominador común: tu cabello está pidiendo una pausa, una dosis extra de cuidado y un ritual consciente de recuperación. Ignorarlas puede traducirse en daños más profundos que tardarán mucho más en repararse.
El cabello, igual que tú, necesita detenerse, respirar y volver a empezar. Prestar atención a estas señales no es solo una cuestión estética: es también un acto de autocuidado, una manera de escucharte y de mimarte desde lo más visible hasta lo más profundo.




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¡Renacer en calma!
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Tras el verano, el cabello nos pide una pausa. No se trata solo de estética: es una llamada a detenernos y a prestar atención a lo que nuestra melena necesita. Cuidarlo sin prisas, dedicarle hidratación, nutrición y un poco de mimo, es también una forma de cuidarnos a nosotras mismas, de regalarnos un espacio de calma en medio de la rutina.
Renacer en calma significa más que recuperar un cabello bonito: es devolverle a tu melena el brillo perdido, la suavidad que se desgastó bajo el sol y la fuerza que se vio afectada por el cloro y la sal. Pero, sobre todo, es una invitación a reconectar contigo, a sentir la belleza desde dentro y a reflejarla hacia fuera.
Porque cuando tu cabello respira, tú también respiras. Cada hebra sana se convierte en símbolo de tu propio renacer: un recordatorio de que la calma, el cuidado y la atención marcan la diferencia, no solo en cómo se ve tu cabello, sino también en cómo te sientes.
Y para acompañarte en este proceso, ponemos a tu disposición asesorías gratuitas con nuestras estilistas. Queremos escucharte, entender lo que tu cabello necesita y recomendarte el camino más adecuado para recuperar toda su vitalidad. Un gesto sencillo, pero lleno de valor, porque tu melena merece ser cuidada con el mismo cariño que tú te mereces.
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